Blog
Ago 24

34º Muestra Anual de Fotoperiodismo Argentino

aRGra inaugura en el Centro Cultural Borges la 34° Muestra Anual de Fotoperiodismo ArgentinoEn esta edición, se presentan las fotografías de más de 85 autores y autoras, registradas durante el 2022, sobre los hechos más relevantes en el país y el mundo en materia de actualidad, retratos, vida cotidiana, política, naturaleza y ambiente, arte y espectáculos, deportes y, en especial, la consagración y los festejos por la obtención de la copa del mundo por parte de la Selección Argentina de fútbol masculino en Qatar. Se trata de la muestra más importante de fotoperiodismo de nuestro país y la región. Se muestran más de 150 fotografías seleccionadas para la exposición, entre las 2200 imágenes enviadas por reporteras y reporteros argentinos.

34 ediciones, un mismo compromiso.

Desde sus inicios, a principio de 1980, y hasta la actualidad, la amplia concurrencia de público y la gran repercusión periodística han convertido a la Muestra de Fotoperiodismo Argentino en un acontecimiento único en la historia de la Fotografía Argentina, una cita ineludible para acceder al trabajo colectivo de los reporteros y las reporteras gráficos/as. 

Postales de una felicidad colectiva

Hay una imagen de Lionel Messi que es un acto de amor y rebeldía. Es de cuando deja de lado el protocolo para besar la Copa del Mundo. Messi tiene en su brazo izquierdo, como a un bebé recién nacido, el trofeo al mejor jugador de Qatar 2022. Pasa frente a la Copa, la mira, acaricia su redondez brillosa, ese mundo de oro, y entonces le da un beso. Todavía no le pusieron el bisht de gala, el traje árabe. Faltan unos minutos para levantar esos más de seis kilos que lo obsesionan, pero sabe que ya es suya. Es el capitán campeón del mundo.  

La foto que abre este anuario resulta el contraste perfecto para una imagen perturbadora de Brasil 2014 en la que Messi parece mirar fijo la Copa del Mundo. Se trata de un engaño de la perspectiva porque Messi, en realidad, pasa por delante de la Copa sin mirarla, ignorándola con dolor, dejándosela a quienes la habían ganado, los alemanes. Pero la captura del instante -y la fotografía es la perpetuidad de un instante- identifica a una derrota, la final perdida. También, un deseo colectivo. 

Porque tanto el beso de Messi en Qatar como su mirada errante en Brasil le pertenecen al país futbolero, a las ganas de celebrar y de verlo celebrar a Messi con la selección. La victoria le pertenece a las generaciones que tenían a la heroicidad maradoniana de México 86 como un relato oral que podían espiar en revistas viejas o videos de YouTube. Esas generaciones querían su propia historia, sus propios héroes, sus propias imágenes imperecederas, y eso fue lo que se construyó el 18 de diciembre de 2022. 

Este anuario de aRGra funciona como un álbum de lo imborrable. Son páginas que nos muestran, además, la vitalidad del fotoperiodismo en tiempos de selfies y, sobre todo, en tiempos de redacciones precarizadas. Se ve la mirada, la intuición, el entrenamiento del reportero gráfico para dar testimonio. Mucho más en el fútbol, que es movimiento. Me cuenta mi amigo Fabián Mauri, fotógrafo de la revista El Gráfico durante veinte años, que en los ochenta se decía que el fútbol era la mejor escuela para ser reportero gráfico. Hacer buenas fotos en partidos de fútbol podía ser determinante para que te contrataran en un diario. 

Hace un tiempo, para un libro sobre la vida de Oreste Osmar Corbatta, wing loco y genial, busqué un gol que le hizo a Chile en las eliminatorias para el Mundial 58. Decían que había sido una obra de arte, que había gambeteado a todos, pero que una vez que llegó al área se dio vuelta y empezó a ir hacia la mitad de la cancha y que recién ahí emprendió el regreso para hacer el gol. Eso era al menos lo que contaba Corbatta y lo que me contaron algunos testigos de ese partido. Pero los recuerdos tienen sus trampas. Los modelamos con el tiempo, formamos el recuerdo del recuerdo. El gol de Corbatta había sido hermoso, quizá el más maravilloso de la selección argentina hasta el que Diego le hizo a los ingleses, pero la obra no incluía la vuelta a la mitad de la cancha. Lo que permitía la desmesura era que se trataba de un gol fantasma en épocas de una televisión primitiva. Recorrí archivos, llegué a resúmenes de la época, hasta que en la Biblioteca Nacional encontré el partido en el Noticiario Panamericano. Había otros tres goles de la Argentina (fue un 4-0) pero la pantalla se ponía en negro cuando tenía que llegar el gol de Corbatta. Se había perdido en algún recorte, alguna edición manual, nadie sabía por qué. Pero lo que sí había era una secuencia fotográfica. La había sacado un fotógrafo aficionado que firmaba como Sabi Mursep y que, se supone, le vendió esas ocho fotos a El Gráfico y a la edición de Life en castellano. La fotografía nos salvó el gol, lo reconstruyó.

Eran años en los que pensar en Internet sólo podía ser ciencia ficción. El fútbol llevaba muy poco tiempo como un hecho televisado. De ese blanco y negro nos fuimos al Tik Tok. Messi es un futbolista narrado en tiempo real. Una vida online. No son sólo los videos que se viralizan, que van de las redes a los medios tradicionales, o los recortes de jugadas que van al revés, son también sus posteos personales. Todo sobre Messi corre a alta velocidad. Son las veinticuatro horas que duran las historias de Instagram. Es su foto con la Copa del Mundo apócrifa, la que más likes consiguió en esa red social.

Dentro de toda esa fugacidad, de lo efímero del scrolleo, la foto nos trae la perpetuidad. Hay un efecto que incluso es superior al que entrega el video, que también queda para el recuerdo. En congelar el movimiento radica la belleza del fotoperiodismo en el fútbol. Porque las imágenes disparan la memoria de lo que pasó antes, de lo que pasó después y, con el transcurso del tiempo, nos disparan la imaginación. Veo, por ejemplo, en estas páginas a Julián Álvarez con su gol de atropellada a Croacia y lo que lo enmarca. El defensor croata caído, el arquero que va a ser vencido, Rodrigo De Paul que espera a gritar en el fondo. Un cuadro.

Hacer un recorrido por estas fotos, las que muestran los festejos de los jugadores, los gritos de gol, el corazón de Ángel Di María, es un viaje a esos días de éxtasis. Los días de nuestra alegría colectiva. La multitud inédita en las calles bajo el calor de diciembre, temperaturas extrañas para ver un Mundial, ese hecho que nos ordena cada cuatro años y que siempre había ocurrido en nuestro en invierno. El Mundial como medida de tiempo. Porque está el contexto, un país que necesitaba celebrar. Ese contexto también está en este anuario, de la guerra al espectáculo, de la vida cotidiana a la política, retratos que rodean a lo que ocurrió en Qatar y la Argentina. A la celebración de Messi. Estas fotos, como esos días felices, nos quedan para siempre.

Alejandro Wal

Inauguración abierta al público:  sábado 26 de agosto a las 18h

Del 26 de agosto al 23 de septiembre de 2023
De miércoles a domingo de 14 a 20 h
La entrada es gratuita y no requiere reserva previa

Si querés visitar la exhibición con tu grupo, hacé click acá para más información.

Leave a reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *