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Mar 17

Otra vez, ¡Me arruinaste el dibujo!

Un proyecto que celebra el trabajo entre artistas como una particular forma de comunicación e intercambio

En el año 2011, Eduardo Stupia y Luis Felipe Noé presentaron  la exposición “Me arruinaste el dibujo” que reunía cincuenta obras realizadas a ‘cuatro manos’, como dicen sus autores. Esas obras a dúo confirman un ‘diálogo visual’, ya que al igual que en una conversación cada artista va desarrollando su discurso gráfico en una superficie en común para encontrarse con las líneas-palabras de su interlocutor visual. De esta forma, ambos van creando una obra única que condensa una confluencia entre colegas. Estas obras son el registro de ese tiempo compartido, a veces simultáneo y otras veces diferido. Al mismo tiempo, esta ‘conversación’ logra potenciar el desarrollo de cada impronta personal al establecer una relación con la estética del otro. 

Estos artistas -creadores del proyecto “La línea piensa” que se desarrolla en esta misma sala desde el año 2006-  trabajan principalmente con la línea como punto de partida y elemento identitario, ya que en su forma de concebir el dibujo lineal, alberga en ese  gesto caracteristico parte de su bagaje artístico: el despliegue de una lógica.

A 10 años del lúdico encuentro, Noé y Stupia abren el juego e invitan a Juan Astica, Delfina Bourse, Andrea Lamas y Paula Noé Murphy a crear a cuatro manos y generar nuevos intercambios.

La obra Escala, de Luis Felipe (Yuyo) Noé y Paula Noé Murphy, abre el diálogo entre artistas, que también, en este caso, es un diálogo entre un padre y una hija que comparten el placer y la libertad del arte. Yuyo desde Buenos Aires y Paula desde París intercambiaron fragmentos de obras a modo epistolar, que luego fueron uniendo y relacionando para generar cada pieza de esta ¨escala¨, que bien podría ser musical; es decir, en esa imagen, uno podría escuchar la densidad y la complejidad del color potenciado por la línea. 

Por su parte, avanzan en el diálogo Delfina Bourse y Eduardo Stupía, que exploran el gesto gráfico: la línea insistente ante la forma y el movimiento de la mano sobre sí misma nos genera otra variable de comunicación entre artistas a través de la imagen, y el vacío opera como espacio de tensión. La narración es seguida por la saturación del color en el diálogo entre Luis Felipe Noé y Andrea Lamas, en el que la tríada cian-magenta-amarillo contrasta contra el negro y se apodera de la escena, y desemboca en el sereno murmullo de Juan Astica y Eduardo Stupía, en el que el papel parece agua y las formas parecen flotar armónicamente en una danza de medusas. Ambos potencian la fluidez de una forma continuada en otra para crear ese equilibrado cuadro a cuatro manos.