Presentación de libro. Por las Ramas
Gabriela Franco presenta en el Centro Cultural Por las ramas, libro editado por Ediciones en Danza. La publicación recibió el Premio Storni de Poesía 2022 otorgado por el Ministerio de Cultura de la Nación. La presentación es el jueves 10 de agosto a las 19h en el Auditorio Alberto Williams. Dialogan con la autora los poetas Yaki Setton y Susana Villalba. También participa la bailarina Inés Armas.
Jueves 10 de agosto a las 19h
La entrada es libre y gratuita
Dice Gabriela Franco sobre Por las ramas:
Los primeros poemas de Por las ramas surgieron en diciembre de 2020, frente al delta del Paraná, mientras trabajaba —junto a Eduardo Mileo— en la edición de la poesía completa de Irene Gruss. Entre otras tareas, el trabajo consistió en leer en voz alta sus poemas mientras cotejábamos con los libros originales. El sonido de sus palabras desplegado en el aire y el murmullo constante del río estuvieron en el origen de la escritura de este libro.
Apareció un verso y enseguida la idea de mantener en tensión la respiración y el sentido. Como si caminara por una cuerda floja, aunque no había una línea recta y única para avanzar, sino lo contrario: la percepción de múltiples y veloces ramificaciones que ofrecía el lenguaje. Y la urgencia de no detenerse, de continuar para no perder el equilibrio, pero eludiendo el camino previsible. Cada corte de verso se presentó como el movimiento fluido y también cortante que produce una piedra en el curso de un río: la posibilidad de cambiar el rumbo. En la elección de cada palabra, la historia de esa palabra, la mixtura de voces que trae consigo. Y en cada paso, hallazgo y sorpresa: el lenguaje se abre y muestra lo inesperado. Así llegué al final del primer poema, justo a tiempo para volver a respirar y gozar del asombro.
Luego aparecieron otros. A los meandros inesperados de la corriente del río, se unía esa sensación de permanente desvío de los poemas de Irene Gruss: su poesía nunca toma el atajo fácil, sino que abre recovecos para encontrar nuevos sentidos. Una torsión que implica “torcer la anécdota” y aprovechar la negación (“un no más intenso que el sí”) como vía para desestabilizar la certidumbre y
poner en jaque cada verso con el siguiente: “El riesgo es uno solo / y no”. Toda negación es plural —convoca por definición a otras voces— e impulsa hacia adelante la búsqueda del decir. Ese motor guió por momentos la escritura: un decir “no” (contrario a no decir)
que se presentó como positividad, principio de acción.
Numeré esos primeros cinco o seis poemas, y en esa enumeración ya estaba el deseo de que fueran el comienzo de un conjunto más amplio. Los guardé en una carpeta con el nombre “Diálogos con Irene”. En los días siguientes, releí y escribí otros poemas. El diálogo se amplió porque es amplio el árbol de palabras que nos precede y acompaña, y hay voces que ya son parte de nuestro cuerpo. Así
surgían y se mezclaban las voces de Mirta Rosenberg, Diana Bellessi, Alejandra Pizarnik, Susana Villalba y Eduardo Mileo, y también Dante, Hesíodo, Rubén Darío o Salvatore Quasimodo, entre algunos de los que tengo memoria, y otros que estarán cantando mejor guardados en mi olvido. Con cada poema tuve la sensación de poder reencontrarme con un mismo tono que los aunaba. Y así empecé a descubrir —a inventar— algunas de sus claves. Era puro diálogo, pero despojado de las marcas de sus interlocutores y alejado de cualquier coloquialismo. En todo caso, de la conversación traía el movimiento hacia adelante, pero nunca en línea recta, la disposición a lo imprevisto, la capacidad de bifurcarse, proliferar, irse por las ramas. Su naturaleza de enredadera. Al mismo tiempo, el deseo de guiar la hiedra: no ir por el surco trillado ni entregarse a la inercia de las palabras que pretenden de antemano estar cargadas de poesía. Y que ese zigzagueo encuentre un ritmo, una música.
Durante los meses siguientes fueron surgiendo poco a poco otros poemas. Lo conversado y lo leído, lo visto y lo escuchado, se volvían en el poema una reflexión sobre el lenguaje, como si todo hablara de poesía.
Quedaron finalmente cincuenta poemas breves. La conversación comienza en cada línea, se expande, se dispersa y vuelve a empezar. El diálogo construye una filigrana que deja entrever un mapa. En cada palabra se cuela una ventana, un ovillo, una cita. Caminamos por una cinta de Moebius que nos coloca del otro lado del lenguaje. Un pasaje imperceptible. Cada poeta es un contestatario, alguien que retoma el hilo, lo lleva de casa en casa, de copa en copa, de rama en rama, y presta la voz a otrxs. No quiere abarcar, quiere ser barca, navegar, arrumbar lo que se dice, volverlo rumba, arrullo que baila en cada oración. De una línea a otra, el salto al vacío
—consistente, sólido— de crear.
Sobre Gabriela Franco:
Nació en Buenos Aires en 1970. Es poeta, editora y docente. Publicó Calle, Piedras preciosas, Los que van a morir, Modos de ir, En orden de aparición y Por las ramas (por este último recibió en 2022 el primer Premio Nacional de Poesía Storni). Estuvo a cargo de la compilación de varias antologías, como Primeras poetas argentinas y Perón vuelve. Dictó talleres de poesía en la Biblioteca Nacional.
Coordinó el Festival Internacional de Poesía de la Feria del Libro de Buenos Aires. Coordina la revista Por el Camino de Puán de la UBA y colabora en distintos medios.